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Viajes en los que uno se descubre a uno mismo


Hace un par de días, leí un artículo en el que entrevistaban a Cees Nooteboom, un escritor holandés quien estaba de paso por Colombia. La entrevista comenzaba con la siguiente frase:
“Quien viaja no solo descubre un entorno nuevo, sino que aprende a conocerse de nuevo a sí mismo”. Al leerla me identifiqué plenamente. Creo que cada viaje y cada lugar que he conocido me ha ayudado a conocerme un poco a mi misma, enfrentar mis miedos, dejar atrás mis temores, aventurarme a experimentar nuevas cosas y probar nuevos sabores, conocer realidades y valorar todas las cosas que la vida me ha dado. Han habido varios lugares que han marcado mi vida, me han ayudado a definir mi camino y han despertado aún más mis ganas por pisar nuevos suelos. 

Puedo comenzar por La Habana, Cuba. En este viaje nació en mí el amor por el son cubano. En mi casa, ya había tenido una gran influencia por esta música gracias a mi papá. Cuyo gusto musical, indudablemente ha marcado el mío. Mi gusto por Julio Jaramillo, Los Panchos, Los Melódicos, La Billos Caracas Boys, La Sonora Matancera, Jose Alfredo Jimenez y muchos más es gracias a él. Aparte de este despertar de emociones a través de la música, estar en La Habana y hablar con la gente local, me mostró una realidad dura, un tanto difícil de digerir. Es increíble como un país donde la gente tiene acceso a una educación de muy alta calidad, que sobresale a nivel de América Latina y El Caribe, ofrece a sus profesionales un salario, que por ningún lado que se mire, alcanza para sobrevivir. Es mucho mejor trabajar como mesero o recepcionista en un hotel que como médico. En las dos primeras por lo menos reciben propina y en dólares. Tener acceso a productos básicos como crema dental, pañales o toallas higiénicas es un lujo. Ante esa realidad una de las cosas que me sorprendió fue ver como la mayoría de turistas, particularmente europeos y quienes se insolan en las playas de Varadero, no tienen ni idea, o ni siquiera se percatan, de esa realidad que está ahí al lado. Yo a Cuba quiero volver, quiero regresar a La Habana, quiero hablar más con la gente, empaparme más de su realidad y seguir disfrutando de su música.


India, como un todo, con olores, sabores, calor, suciedad, desorden y caos, fue otro destino que marcó mi vida con un sello imborrable. India era para mí el destino soñado, la respuesta a la pregunta de qué lugar me gustaría visitar. Antes de venir a Francia, lo veía increíblemente lejano e improbable, pero era mi sueño. Estando acá el destino me mostró el camino para hacer ese sueño realidad y fueron tres meses donde tanto lo malo como lo bueno, hizo de India una experiencia única, increíble y maravillosa. India me mostró la grandeza de la sencillez, cómo no se necesita de muchas cosas para ser feliz y una maleta de 16 kilos para un viaje de 3 meses es capaz de llevar lo necesario para disfrutar, sonreír y maravillarse con todo aquello que hay por descubrir. Si La Habana me enamoró con la música, India hizo lo suyo con la comida. Los curries, el garlic naan, el paneer roll y el mango lazzy hicieron parte de mi menú habitual y comer con la mano se volvió una rutina de manera. A India quiero regresar, quiero acampar en Ladakh y quiero volver a Calcuta para saludar al señor del mercado quien cuando le dije que venía de Colombia se acordó del Pibe Valderrama, al señor que me enseñó a tomar el bus y cada sábado esperaba conmigo el bus en el paradero mientras me hablaba sobre su vida, al señor del paneer roll quien en una charla me dio a conocer a Rabindranath Tagore. Y sin lugar a dudas quiero volver a India para asistir a un matrimonio, donde los colores y la música hagan parte de la celebración.

Y aunque cada destino ha dejado algo en mí. Creo que Estambul es otro de los cuales merece ser destacado. Una vez hice mi sueño de ir a India realidad, Turquía se convirtió en la respuesta a la pregunta de qué lugar me gustaría visitar. Había intentado ir en dos ocasiones anteriores pero como todo pasa en el momento indicado, la tercera fue la vencida. Turquía se convirtió en mi destino para visitar a una gran amiga, así como asistir a un matrimonio. Y definitivamente, nada mejor que conocer un país desde adentro, con gente local y disfrutando de tradiciones tan significativas como un matrimonio. En Estambul me sorprendió la calidad de su sistema de transporte y después de unos pocos días tomaba el metro, el tranvía y el funicular como si lo llevara haciendo desde hacia mucho tiempo. Mi lugar favorito en Estambul es la mezquita a la salida del Bazar de las Especies, me gustaba sentarme en las escaleras de la parte de afuera de le mezquita y mirar hacia el puente, ver la gente pasar, tomarse fotos. Fue en ese lugar donde hice mi conexión con Estambul. Otro lugar donde quiero volver, esta vez mi sueño es ir de Turquía a Irán, no sé cuando se haga realidad o si se llegue a hacer realidad, pero bueno, con India ratifiqué que solo hay que darle tiempo y la vida nos mostrará cómo hacer nuestros sueños realidad.

Definitivamente, cada nuevo lugar que uno pisa trae consigo el descubrir de muchas cosas, fuera y dentro de uno mismo. Yo sólo espero, que la vida me permita seguir descubriendo cada día un poco más.

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