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Teşekkürler

Hace un par de meses fui a Turquia a asistir al matrimonio de una amiga, duré una semana y debo decir que, así como India, Turquia es de esos países que ocupan un lugar especial en mi corazón. Ratifiqué que los países un poco caoticos, donde todos los sentidos trabajan al mismo tiempo al toparse con el contraste de colores, olores, sonidos y sabores, y donde las sonrisas se ofrecen y se reciben desinteresadamente, son los países que se quedan tatuados en mi piel. Creo que tener la oportunidad de participar en ciertas celebraciones sociales o religiosas, como un matrimonio o navidad, le brinda a uno la oportunidad de vivir y experimentar un país de una manera mucho más cercana y no como un simple turista. En el caso particular de un matrimonio, creo que le permite a uno descubrir el signficado de la familia, el amor, la entrega. Además de experimentar y compartir la manera de celebrar, mostrar y transmitir la felicidad. A mi la música me encantó, me integré a los bailes en grupo y logré desenvolverme en un terreno musical que me era totalmente nuevo. Creo que esa puede ser una de las ventajas de ser colombiana, bailar y expresar la alegria a través del baile es algo que hace parte de nosotros. Y aqui es donde puedo decir que a pesar de separarnos tantos kilómetros, al final somos más cercanos de lo que creemos. Nos une un poco esa informalidad, ese desorden propios de un país en desarrollo, pero a la vez, esa alegría, esa calidez, esa sencillez y esa capacidad de sonreirle a la vida. Considero que Turquia es un destino inmensamente rico culturalmente que le brinda a uno la oportunidad de sorprenderse con cada uno de esos pequeños detalles con los cuales se topa inesperadamente. Para mí, no sólo es un destino que recomendaría para pasear y conocer, sino un lugar donde me arriesgaría a ser participe de la cotidianidad del día a día. Teşekkürler Turkiye.

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