Las últimas semanas fueron de esas semanas que lo desestabilizan a uno, que lo hacen cuestionarse y pensar en escenarios hipotéticos, "¿qué hubiera pasado si ....?" Me pregunté muchas veces por qué vine a India, un país tan diferente, tan lejos del mio. No sólo mi energía estaba por el piso a causa del dengue, sino mi animo también. El entusiasmo y las ganas con las que llegué a India parecían haberse desvanecido.
Con los días fue llegando la recuperación física y con ella, la recuperación anímica. A medida que mi energía se iba restableciendo, encontraba las motivaciones que me trajeron a este país: un reto y una experiencia no solo profesional sino personal. Volver al trabajo me ayudo, me di cuenta que lo que hago me gusta, me motiva, me reta, me mueve. De otro lado, aunque esta ciudad es un caos, yo poco a poco he ido construyendo mi "día a día" y eso me gusta. Ya el señor de la fruta me reconoce y me saluda, ya sé que es a él a quien me gusta comprarle las papayas, los mangos y todas esas frutas que tanta falta me hacían. Antes de enfermarme me había hecho "amiga" de un conductor de auto, a quien le pedí que me recogiera cada mañana, pero al siguiente día me enfermé, así que tengo que volverlo a contactar. Cerca a mi casa hay un restaurante de comida de West Bengal y como he ido varias veces, el dueño me ha hecho la charla. El antes trabajaba como marinero y estuvo en Colombia, en la pacífico. Esos detalles hacen que me sienta cómoda y que poco a poco recupere las ganas con las que comencé a escribir este capitulo.
Con los días fue llegando la recuperación física y con ella, la recuperación anímica. A medida que mi energía se iba restableciendo, encontraba las motivaciones que me trajeron a este país: un reto y una experiencia no solo profesional sino personal. Volver al trabajo me ayudo, me di cuenta que lo que hago me gusta, me motiva, me reta, me mueve. De otro lado, aunque esta ciudad es un caos, yo poco a poco he ido construyendo mi "día a día" y eso me gusta. Ya el señor de la fruta me reconoce y me saluda, ya sé que es a él a quien me gusta comprarle las papayas, los mangos y todas esas frutas que tanta falta me hacían. Antes de enfermarme me había hecho "amiga" de un conductor de auto, a quien le pedí que me recogiera cada mañana, pero al siguiente día me enfermé, así que tengo que volverlo a contactar. Cerca a mi casa hay un restaurante de comida de West Bengal y como he ido varias veces, el dueño me ha hecho la charla. El antes trabajaba como marinero y estuvo en Colombia, en la pacífico. Esos detalles hacen que me sienta cómoda y que poco a poco recupere las ganas con las que comencé a escribir este capitulo.
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