Roma es una ciudad lindísima. Yo fui por primera vez hace ya
muchos años, cuando cumplí 15 años (es decir hace más de 15 años). Mi mayor
recuerdo de esa primera vez es la visita al vaticano y la audiencia Papal a la
que asistimos. Recuerdo que estábamos tan lejos, que veíamos una versión muy
diminuta del Papa Juan Pablo II. Recuerdo que lleve las bendiciones para la
familia que firmaba el Papa y compré un rosario de pétalos de rosa para mi mamá
que olía delicioso.
Claramente los recuerdos y lo que uno vive cuando viaja
teniendo 15 años es muy diferente a lo que vive cuando tiene 25 o 30 años. Otra
cosa que marca la diferencia es si una viaja solo o con un tour. Armar uno
mismo su viaje y cuadrar su itinerario le permite a uno conocer mejor los
sitios que visita, uno va a su paso y puede detenerse en aquellos sitios que le
llaman la atención sin tener que seguir horarios y visitar todo de afán. Es así
como la segunda vez que fui a Roma, aunque haya sido de trabajo, la pude
disfrutar mucho más. Una amiga me dio una lista de todos los sitios donde tenía
que ir a comer o a tomar un café. Aquella vez fui en primavera y Roma estaba
repleta de turistas. Tomarse una foto en la Fuente de Trevi era imposible. Me
sorprendió ver la cantidad de turistas. Mi visita de aquella vez y los sitios
que visité los registré en este post.
En enero de este año tuve la oportunidad de visitar Roma por
un par de días. A pesar del invierno y del poco tiempo que tuve para recorrer,
Roma me siguió mostrando su encanto. La recorrí de noche, lo cual no había
hecho mucho en mi anterior visita. Caminar por noche en Roma es algo único. Cada
callecita ofrece algo y así uno no esté caminando por las zonas más turísticas,
la magia sigue estando presente. Una ventaja de visitar Roma en invierno es
que, claramente, hay muchos menos turistas que en cualquier otra estación. La
foto en la Fuente de Trevi queda perfecta porque hay muy poquitos turistas. Uno
tiene la fuente para uno.
Esta vez visité un nuevo restaurante, que se especializa en
la Mozarella. Hay un montón de tipos de Mozarella de donde escoger. Nosotros
pedimos una Mozarella ahumada, rica la verdad. Este restaurante me gustó porque
las porciones no son tan grandes como a veces suelen ser, entonces uno como que
lo disfruta más. El restaurante se llama Obica
Mozarella Bar y queda en Campo di Fiori.
Definitavemente, Roma es una ciudad mágica, en inverno, en primavera, de día o de noche.
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